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jueves, 9 de marzo de 2017

MONASTERIO DE ARMENTEIRA, PONTEVEDRA.

Este Monasterio se encuentra en pleno corazón de la comarca de Salnés, situado en un hermoso valle en la ladera occidental del Monte Castrove. Fue ocupado durante 700 años por una comunidad de monjes, hasta que en 1837, la Desamortización les obliga a abandonar el cenobio. Y excepto la iglesia, que empieza a ser para uso parroquial, el resto de edificios del conjunto inician su deterioro progresivo.
Será en el año 1961 cuando llegue la reconstrucción. Por iniciativa de Don Carlos Valle-Inclan, hijo del famoso poeta nacido en Villanova de Arousa, que junto a un grupo de entusiastas, crean la asociación "Amigos de Armenteira" para recuperar el conjunto.
En el año 1989 se restaura la vida cisterciense en Armenteira, gracias a una comunidad de monjas procedentes de Alloz (Navarra); poseen una hospedería que se recomienda para "descanso espiritual o psicológico" y una tienda donde venden sus famosos jabones artesanos realizados con productos naturales, entre ellos aceite de camelias.
Verdadera joya de los siglos XII - XIII. Responde plenamente al modelo buscado por el Cister. La fachada del Monasterio es de finales del sigloXVIII y oculta el tramo derecho de la iglesia. El actual claustro, fue comenzado en el siglo XVI. De planta cuadrada en cada ala se abren seis arcos de medio mundo que descansan sobre repisas sin apenas decoración, el ala oeste es la mas vistosa por sus claves colgantes.

(turismosriasbaixas.com)

















6 comentarios:

  1. Smiling cooks delicious food certainly did. Did you see flowering trees, but I am pleased, too, that children go there on the tour. Regards.

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  2. Unas imagenes sensacionales, Luís. Buen trabajo!
    Un abrazo.

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  3. Una arquitectura magnífica que me recuerda los monasterios cistercenses de Catalunya.
    Un fuerte abrazo Luis

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  4. Un magnífico lugar para pasar unos días lejos del mundanal ruido.Preciosas fotos, pero me quedaría con la de los " ventanales "; maravillosas.
    Saludos

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  5. Tenía noticia de sus jabones, pero ahora ya puedo decir que lo he visto aún en la distancia desde ángulos insospechados y con perspectivas preciosas y, por si no fuera poco, acompañando la experiencia por una fiesta de camelias, puro jolgorio para la vista.

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